Esa fuerza interna
que nos moviliza a decidir hacer, hacerlo y perseverar, a ordenar, a llevar a
término lo que nos planteamos, lo que iniciamos, y sin embargo, requiere
conciencia y claridad de propósito.
La tendencia a la
excesiva autocomplacencia y autoindulgencia es una debilidad humana que
obstaculiza nuestro crecimiento y progreso, mina la Voluntad y la fortaleza de
carácter. Se sustenta en la indisciplina, el hedonismo y la anarquía, e indiscutiblemente
resulta tremendamente nociva y debilitante. No hay nada más fortalecedor,
estimulante y motivador que sentirse orgulloso, realizado y satisfecho consigo
mismo. Mientras la autocomplacencia y autoindulgencia excesivas producen un
efecto totalmente contrario, porque conllevan una comodidad que es sólo
aparente, temporal y superficial, y traen consigo, vergüenza y culpa.
La Voluntad es un
ingrediente clave para nuestro crecimiento y progreso personal a todo nivel. La
Voluntad nos permite perseverar en el logro de nuestros objetivos por encima de
las circunstancias, más allá de las propias y humanas limitaciones y
vulnerabilidades, porque es una fuerza interna capaz de trascender eso. Con el
ejercicio de la Voluntad tomamos el mando, dejamos de postergar y de justificar
esas postergaciones, dejamos de atentar contra nosotros mismos, y lo logramos
cuando sabemos muy bien que lo que queremos hacer es importante, tiene
significado y sentido para nosotros y nuestro progreso. Todos, sin excepción,
sabemos muy bien lo que es realmente bueno para nosotros, y sin perjuicio ni
menoscabo a otros. Sin embargo, cuando las tentaciones de la apatía, la
postergación, la pereza, los temores, la autocomplacencia y autoindulgencia, un
estado de ánimo externamente susceptible, la irresponsabilidad personal, el
aferramiento al “status quo” irrumpen, es la Voluntad la que nos permite
elevarnos por encima de ello, e impedir que tomen el control de nuestra vida,
concediendo prioridad a aquello que tenemos planteado realizar, e ir más allá
de lo que pudiéramos utilizar como una excusa que retiene, obstaculiza y
pospone la realización de nuestras iniciativas y proyectos.
Siendo
auto-responsables, todo lo que hemos realizado en nuestra vida ha sido el
resultado del ejercicio de la
Voluntad , y lo que no hemos logrado realizar proviene de la
falta de ella, sin excusas. Lo que no hemos hecho, no lo hemos hecho porque no
hemos querido, punto. Simplemente hemos preferido ó elegido hacer otra cosa, así de
sencillo, esa es la verdad, sin adornos, sin excusas. ¿Cuántas veces hemos
dicho: lo quiero hacer, pero aún no me decido ó “después” lo haré? ¿Cuántas veces decimos: me
gustaría montar tal negocio, me gustaría hacer voluntariado, me gustaría hacer Terapia,
me gustaría estudiar tal cosa, me gustaría culminar el proyecto, y no lo
hacemos?
Sin duda que, las justificaciones,
las excusas, la pereza, la apatía, el “status quo” y la postergación llegan a
ser un obstáculo enorme al momento de pretender que lo que no hemos realizado
se deba a cualquier otra razón que la falta Voluntad y disciplina.
El ser humano cuando
realmente se decide a hacer algo, puede llegar a ser tremendamente creativo,
persistente e innovador, sin excusas!!!. Pero necesita Voluntad y disciplina
para lograrlo. En una ocasión leí una frase que recitaba: “…la fórmula del
éxito es disciplina, disciplina y más disciplina…..” Y yo me atrevería a añadir
que, no es posible ningún grado de disciplina, sin la asistencia de la Voluntad.
Quien se plantea
determinadas iniciativas y proyectos es uno mismo, y se los plantea porque le
motivan, porque tiene significado para uno, porque hemos evaluado su
coincidencia con nuestros intereses y valores, porque está alineado con lo que
somos y deseamos para nuestra vida. Del mismo modo que, el impulso, la lealtad
y perseverancia que ofrecemos ó no a su realización es responsabilidad nuestra,
y ese impulso, esa lealtad, esa decisión activa, esa perseverancia, provienen
de la Voluntad. Tomar
una decisión debe contener el ejercicio de la Voluntad para concretarla
y efectivamente llevarla a cabo, y convertir
esa decisión en una experiencia tangible, de otro modo, es solo una idea, una
fantasía, no más que eso, y ahí se queda.
No podemos siquiera
imaginarnos el tremendo desgaste de energía que involucra la dejadez y falta de
Voluntad en nuestra vida, esa sensación de tener algo pendiente y no hacerlo de
una vez por todas, esa sensación que muchas veces llega a ser una tremenda
incomodidad a la que podríamos fácilmente acostumbrarnos, ó engañarnos
considerándola como algo normal. El ser humano tiene la tendencia a acostumbrarse
a cualquier cosa, y en muchos casos, ni siquiera llega a percatarse de aquello
a lo que se ha acostumbrado, y mucho menos del daño que se hace a sí mismo, y
muchas veces, también a otros, por la repercusión de sus actos.
La falta de Voluntad
obra en contra de uno mismo y del propio progreso, nos mantiene estancados, esclavizados, atenta
contra la natural creatividad e impulso vital que requieren del apoyo de la
conciencia y la Voluntad.
La falta de Voluntad a la larga, produce inconvenientes que es difícil estimar en el momento pero que inevitablemente tarde ó temprano tendrán que enfrentarse, produce culpa, vergüenza y un malestar interno que va minando progresivamente nuestra autoestima, e importantes áreas de nuestra vida. Se necesita consciencia de sí mismo para saber que algo así ocurre en nosotros.
La falta de Voluntad a la larga, produce inconvenientes que es difícil estimar en el momento pero que inevitablemente tarde ó temprano tendrán que enfrentarse, produce culpa, vergüenza y un malestar interno que va minando progresivamente nuestra autoestima, e importantes áreas de nuestra vida. Se necesita consciencia de sí mismo para saber que algo así ocurre en nosotros.
Lina Cristiano
Psicoterapeuta/Coach Personal
No hay comentarios:
Publicar un comentario